Así, pero en afirmativo, comienza el pasodoble compuesto por José Padilla en 1924. No parece que el autor fuese mal encaminado al incluir estas palabras en su obra. Y es que por aquel entonces Valencia no alacanzaba los 300.000 habitantes y ya disponía de espacios como el Jardín de Viveros, el Jardín de Monforte, el Parterre o la Alameda, entre otros.
Sin embargo, en la actualidad llama la atención pasear por algunos barrios de la ciudad sin que apenas topemos con alguna zona ajardinada; es el caso de los barrios de Russafa, Malilla o Torrefiel.
Buscando datos, éstos no hacen más que confirmar esta impresión. Las comparaciones resultan sonrojantes. Según una encuesta llevada a cabo entre diversos Ayuntamientos de ciudades de España, y cuyos resultados aparecen en el libro La Empresa de Jardinería y Paisajismo (Serafín Ros Orta, 2006), el ratio de espacios verdes por habitante de la ciudad de Valencia es un tercio respecto a la media española (15,38 m2/hab). Además, Valencia tiene el dudoso honor de ser, junto a Málaga, Palma de Mallorca y Córdoba, una las ciudades con más de 300.000 habitantes que no alcanza los 5 m2/hab., muy lejos del mínimo de 10 que recomienda la OMS.
Por otro lado, según aparece en la Guía de Parques Históricos y Jardines Urbanos de la Ciudad de Valencia, en 2009 este ratio era de 5,2 sólo contando los grandes parques (ver prólogos), aunque, según la misma fuente, y en principio, siguiendo un criterio de clasificación similar al de la encuesta de 2006 (ver tabla), este valor alcanzaría los 19 m2/hab en cuanto se aprobase el nuevo PGOU. Claramente, algo no encaja.
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